Los dos problemas pueden traer confusión a la hora del diagnóstico por tener síntomas muy parecidos. La tuberculosis y la neumonia tienen que toser como uno de los signos más comunes de la enfermedad.
El diagnóstico se hace más difícil, especialmente en pacientes diabéticos con insuficiencia renal crónica, ancianos, personas con problemas hepáticos o vehiculizar el virus de VIH. En estos casos, las personas pueden presentar cuadros atípicos, haciendo más difícil el diagnóstico.
Pero cuando se trata de diferenciar es importante tener en cuenta el tiempo de los síntomas llevan a empeorar. La neumonía suele evolucionar rápidamente, mientras que la tuberculosis puede tardar incluso semanas para que el cuadro empeore y necesite ayuda médica.
Una manera de distinguir entre estos dos que ocurre cuando el paciente tiene síntomas típicos de la neumonía, tales como fiebre y tos, pero incluso con el tratamiento de antibióticos no mostrar mejoría. Por lo tanto, la tuberculosis pulmonar se convierte en un sospechoso principal.
Otra diferencia es el agente infeccioso. Mientras que la neumonía se produce por diferentes agentes, la tuberculosis se produce por una sola bacteria, Mycobacterium tuberculosis, también conocido como bacilo de Koch.
También se diferencian por la transmisión, siendo la tuberculosis altamente más contagiosa que la neumonía. Para el diagnóstico correcto, también es importante analizar el tiempo que la enfermedad ha llevado a manifestarse. La neumonía es una condición aguda, en pocas horas de la infección los síntomas comienzan a alcanzar al paciente.
El intervalo entre el surgimiento de los primeros signos y la búsqueda de un médico puede ser de 48 a 72 horas en estos casos. En la tuberculosis, el proceso es diferente. Los síntomas aparecen de forma gradual y lenta. La tos, principal síntoma, también va empeorando con el tiempo.